lunes, 30 de junio de 2008

Venganza

Era su culpa, y lo sabía.
Sabía, también que el no lo dejaría pasar, no lo iba a olvidar... Se la iba a cobrar.

-Da igual, ni que tuviera miedo- Se dijo a si misma, pero sí estaba asustada, y a la vez sentía en una excitación creciente...
-Esto me lo vas apagar- había dicho él
-jajaja... si claro- le había contestado ella, pero esa mirada le dijo que hablaba muy en serio

No lo vio desde entonces, hablaron poco por teléfono, y ella sabía que era su culpa, porque era ella quien jugaba, quien interpretaba el papel de la audaz, de interesante, porque le gustaba incitarlo, porque sentía que de esa manera tenía un extraño poder femenino sobre él. Pero todo era mentira, ella nunca había besado, nunca había permitido que nadie se acercara lo suficiente, tenía miedo.
Y ahora, algo le decía que había llegado demasiado lejos, esta vez no escaparía, no de él... tenía miedo, y a la vez deseaba...

Ya se iba, pero su celular sonó exaltándola
-¿Donde estás?
-Ya me voy
-¿Dónde?
Ella dudó si contestar, pero las palabras salieron de su boca casi en contra de su voluntad
-Ya voy, espera- Dijo él, y cortó

Miedo/deseo/miedo/deseo, -me voy- pensaba, pero sus pies simplemente no se movían, y la excitación crecía, miraba a su alrededor, a la oscura y fría noche, los postes alumbraban mediocremente la calle con una luz anaranjada, ni un alma caminaba sobre el suelo mojado por la lluvia, sólo ella estaba ahí, inmóvil junto a ese muro, se cansó de luchar contra sus pies que se negaban a moverse, y observó alrededor… Miedo/deseo/miedo/deseo, y ¿Ahora qué?, ¿que le iba a decir? ¿Podría acaso comportarse como siempre? ¿O se caería su estúpida máscara? ¿Podría tan siquiera mirarlo a los ojos?

Lo vio acercarse, una figura a lo lejos caminaba con paso firme y seguro, su corazón se aceleró dramáticamente, tragó en seco…

-Hola
-Hola… pero ya me voy
-No te puedes ir, aún no- dijo él amablemente, ella no pudo mantener la vista en sus ojos ni dos segundos más, miró su bolso y lo colocó sobre su hombro.
-Lo siento, ya es tarde- se volvió y caminó dos pasos hasta que el la tomo del brazo
-No te puedes ir todavía
-Suéltame!! ¿Que te crees?!- respondió ella soltándose bruscamente- No eres nadie para decirme que hacer o no, No significas nada para mi- agregó, lo estaba haciendo, mantenía su papel, y hasta se atrevió a mirarlo.
-Mentirosa!!- la volvió a sujetar de los dos brazos con fuerza- No mientas más, solo eres una niña consentida.
-Que me dejes!!- Gritó y trató de soltarse, pero él no lo permitió, luchó con fuerza. Y
él la empujó contra el muro.
-No!- le dijo firmemente- No te pienso dejar ir, hoy no-
Ella lo miró asustada, la máscara desapareció completamente, respiraba fuertemente, tenía miedo mucho miedo, y un nudo en la garganta. Él estaba demasiado cerca, casi podía sentir el aire proveniente de sus exhalaciones también aceleradas, luchaba pero no podía moverse, el sujetaba sus manos con fuerza contra el muro, arriba de su cabeza…

-Suéltame, por favor- Suplicó casi susurrando
-No- repitió él sosteniendo sus manos con fuerza- Es demasiado tarde, quieras o no, voy a hacer lo que siento- La miró firmemente, no había odio en su mirada, ni siquiera rencor o maldad, ¿qué había?, ¿deseo?.... o ¿Amor?... Ella lo miró también, su corazón palpitaba con una fuerza anormal, respiraba con mucha dificultad, el la seguía mirando, aún sujetando sus manos sobre su cabeza se acercó todavía más, a sus labios… y la besó suavemente, con ternura, como si tuviera miedo de herirla.

Ella no pudo reconocer lo que sentía, pero sabía que no quería que terminara, cerró los ojos, se dejó llevar, él era cálido, amable, suave, lento. Ella nunca había probado nada parecido, lo siguió, disfrutando de su sabor, de su lengua, de sus labios… El frío desapareció rápidamente de su cuerpo y alma, dejó de hacer fuerza, y él soltó sus manos despacio mientras la seguía besando. Ella se aferró a su cuello, mientras sentía que las sensaciones la volvían loca, poco a poco el beso se volvió más apasionado… se acercaron más, él la abrazó con fuerza, acercando sus cuerpos. Y de repente el nudo en su garganta estalló y miles de lágrimas bajaron por sus mejillas, lloraba mientras sentía… hasta que él bebió de ése sabor salado, se separó lentamente, le sonrío y limpió las lágrimas con sus dedos…

Ella lo abrazó con desesperación y aún llorando le suplicó al oído:
-Nunca te vayas
-No lo haré- le respondió sin soltarla

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