Es extraño eso de sentirse entre aquí y allá. Estar mediada virtualmente de vos. Cortada por la distancia de sábados relajados en los que recorrías con tu indice mi estomago y decías cosas en un idioma que con costos sé dos palabras.
El misterio de la lengua extrajera y tu francés rupestre que me arrullaba cuando finalmente caíamos dormidos los domingos a media mañana. Como enrollabas las erres al hablar mientras susurrabas en mi oído. Tus brazos encerrándome un poco más de lo usual cuando tenía una pesadilla, despertándome ligeramente, tan solo para que recordara que tan solo era un mal sueño.
Nunca logré realmente poderme dormir sobre tu pecho, pero ese nunca fue realmente un problema. Honestamente, prefería cuando vos me abrazabas y tu barba cosquilleaba ese espacio entre mi cuello y mi hombro. Sotfly.
El sueño, pequeño demonio que nos hace perder nuestro sentido del tiempo y el espacio.